Estamos programados genéticamente para reaccionar ante esos estímulos y colores con infinita alegría sin contemplar que sean un campo de virus o la manera más fácil de escalabrarse y acabar en el hospital.
Mi madre también saltaba en mis castillos pero ahora no la dejan. Eso es porque es grande. Por eso un día le dio una abenate y decidió fletar el coche con destino exótico y desconocido: Mostoles.
Como era un lunes por la mañana nos dejaron estar todo el tiempo del mundo. Hasta no poder más. Mami acabó con agujetas porque es un poco vieja. Yo me lo pasé pipa saltando aunque me empapé porque el día anterior había llovido y me restregué en todos los charcos.
La obra de arte se llamaba Sacrilegio y si pasa por vuestras ciudades/países no dejéis de llevar a vuestros papis que seguro que les hace ilusión saltar como a la mía.
Dile a tu madre, que si visita Stonehenge, ya sea el de verdad o el de Móstoles, no pierda de vista el paraguas... Ella ya sabe a qué me refiero... ;)
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