El otro día protagonicé la más grande historia de amor jamás contada. Vamos que ni Pretty Woman, ni  Oficial y caballero, ni la princesa prometida, ni Los Goonies todo junto.

Estabamos de paseo por Retromadrid y mis padres qeurían comprarse toda la tienda. No les culpo, era adorable. Pero yo le eché el ojo a un pio, pio la mar de mono. Mientras ellos discutían sobre el color de una corbata empecé mi pln de acción que ya es mundialemnte conocido como "poner ojitos de perro Tristón" y señalar ingenuamente.

La chica de la tienda no puedo resistirme y me dejó coger el pio, pio. Y ya no lo solté.

Es muy importante perfeccionar la técnica de la enganchada cual lapa porque así doy más pena y me compran más cosas, desde los gusanitos a los batidos de vainilla. Es casi infalible. Necesitaron dos personas para disuadirme y que soltara el pio, pio.

A la vuelta, ya con dinero en los bolsillos, mami intnetó disuadirme de soltar el pio, pio y coger preciosas setas de Mario, o muñecos adorables pero el pio, pio era mucho más majo, achuchable, hergonómico y amarillo. Así que con todo el dolor de su corazón acabó comprandomelo despues de verificar que era un chocobo, que debe ser una "marca de pios pios" o algo así.

Y así nos fuimos todos tan contentos con nuestro nuevo miembro de la familia y con papi dçandome la brasa sobre que me va a poner Final Fantasy X como si eso tuviera algún sentido para mí o para mi pio pio.

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