Este año ha sido un poco raro por el día del padre porque hemos estado un poco pachuchos toda la semana de antes. Mi madre esperaba una obra de arte de dimensiones épicas traída del colegio y elaborada con mucho amor, materiales reciclados, huellas y babas incluidas, por aquello de dejar bien de ADN en las anualidades. Pero con la gastroenteritis nos encontramos con un doble problema:
1. No hubo colegio durante esa semana para no organizar una pandemia y acabar con la vida inteligente del colé (bueno, inteligente, inteligente a los de segundo ciclo de infantil no se les considera)
2. Mi madre cogió el virus del infierno y no pudo ir a comprar nada acorde con las necesidades del momento, además el maldito Amazon es cuenta compartida y no podía dejar huella.
Así que la verdad es que
tiramos de la previsión, la improvisación, la suerte y la combinación perfecta de elementos para salir, si no airosos, al menos decentemente parados del asunto.
Primero había un regalo ya comprado,
un expositor de figuras Lego que salvaguardan del polvo, rotura y extravío (pero sobre todo de mi) a las figuras que andan por la casa. Y, oye, era un detalle majo, que estamos a tope con el Dimensions, con el World y con todo lo que saquen estos señores. Mi madre cree que le va a quitar su tarjeta de crédito al señor Lucas y pasarela momentáneamente a los tipos de Lego. Al menos hasta mi adolescencia…
Además los amigos de Lego parece que escucharon nuestras plegarias o vieron que nos estábamos quedando sin compras futuribles y nos dieron en bandeja de plata
una felicitación del amor por el día del padre. Eso unido a mi encanto natural y mis dotes de pintor de tiburones dieron lugar a la "Felicitación" del tiburón Pepe. Me quedó muy mona y se acompañó de un imán de nevera del padre más malo de todos los tiempos. Cada cual que rellene los huecos.
Y como esto del tiburón no le acabó de convencer a mi madre porque no llegaba a ser lacrimógeno pues recurrió a
la apuesta segura, un libro, muchos días del padre ha tenido libros mi señor padre pero eran novelas ilustradas para s uso personal sobre la paternidad en clave de humor. Pero como ahora soy una esponjita y lo que no perdono es la hora del cuento pensó que tenía que tener su propio cuento por si algún día la conciliación laboral llega a su empresa y puede llegar a leerme un cuento por la noche.
Como te quiero, papá es un libro súper sencillo, muy básico y de mucho quererse. No creo que pueda hacer grandes spoilers sobre su contenido.
Los niños van descubriendo poco a poco los motivos para querer a su padre, de los más variados y amorosos. Y, esto es importante, escritos en mayúsculas para los primerísimos lectores y en minúsculas para más adelante. Por eso la idea de que sea un libro que se pueda leer mucho tiempo retumba en la cabeza de mi madre. Que primero mi padre me lea la historia y poco a poco yo se la pueda leer a él. Una idea bonita, la verdad. Y este por su tamaño, encuadernación blanda y demás es muy manejable incluso si le tiene apego el peque y llevarlo a todas partes. Además es un libro español,
editado por Salvaterra y escrito por Carmina del Río y forma parte de una colección que se dedica precisamente a este tipo de cosas, a hacer especiales los momentos y convertirlos en único, la colección se llama ¡Hoy es un día especial! y tiene libro para madres, padres, hermanos, abuelos e incluso los días de reyes, carnaval, la llegada del Ratoncito Perez, las vacaciones o tu cumple… La verdad es que por s precio es un detallado para cuando tienes que agasajar a alguien o simplemente para tratar algún tema concreto con un peque.
Así que si,
la cosa no salió mal, fue meritorio dadas las circunstancias aunque el plato fuerte llegó cuando finalmente el martes siguiente del colé vine con una anualidad que había hecho para el día del padre. ¡¡Más vale tarde que nunca!!
Y si, si lo preguntas es papá, y salgo yo… y un tiburón. ¡No podía decepcionados!